Una nueva intervención de mi amigo José A. San Miguel quien afina con la indolencia del confiado.
La confianza es azul.
La teníamos delante de nuestras narices. Las mentes más preclaras, los más afinados analistas, sesudos economistas, políticos sobradamente preparados, todos afanados sin éxito durante años en busca de la panacea que nos sacara de la crisis. Tan cerca de nosotros y no la veíamos. Quien ha dado con la receta magistral quiere hacérnoslo saber y se ofrece, quien mejor que él que la descubrió, a elaborarla en los laboratorios del gobierno y el parlamento. Por el momento no quiere desvelar la composición exacta del remedio salvador, no sea que otro se decida a aplicarla, funcione y su nombre caiga en el olvido, esta vez para siempre. No obstante, para nuestra tranquilidad, quiere compartir con todos nosotros el ingrediente esencial de la medida anticrisis. Quiere que estemos tranquilos y confiados en la eficacia de la solución.
La fórmula, además, no es ya sólo teórica. Ensayos en pequeños laboratorios periféricos han arrojado resultados notablemente satisfactorios. El éxito del remedio es concluyente,unos pequeños retoques y estaremos en disposición aplicarla en un ámbito más general.
El poseedor del secreto, orgulloso de su hallazgo, quiere pregonarlo a los cuatro vientos. Pabellones Deportivos, Estadios de Fútbol, Plazas de Toros, programas de radio o televisión, cualquier medio es válido para dar a conocer el descubrimiento. Tiene prisa y nos apremia. ¿No veis que tengo la solución en mis manos? Cuanto antes nos hagamos cargo del laboratorio del gobierno y del parlamento y empecemos el tratamiento antes sanaremos.
Amigos, es muy sencillo, tenemos que GENERAR CONFIANZA. Cuanta más mejor. Ese es el componente principal de nuestra receta. Nosotros y no otros tenemos capacidad de generar toda la que necesitemos. Sin límites.
Tan convincente resultaba el mensaje que, consultados los enfermos, hubo una gran mayoría dispuestos a recibir su dosis a la mayor brevedad posible. Era comprensible. A muchos esta enfermedad llamada crisis no sólo les había vaciado los bolsillos sino que, además, había debilitado sus esperanzas. En casos muy graves se habían detectado desencanto y desesperación. En situaciones extremas, ya se sabe, uno se aferra a cualquier cosa, por muy peregrina que pudiera parecer.
Pronto surgieron las primeras dudas acerca de las bondades del milagroso remedio. ¿GENERAR LA CONFIANZA de quién y para hacer qué? En este punto la respuesta debería ser obvia: el sanador debe de obtener la confianza del enfermo con el objetivo de sanarlo. Resultó que no. La CONFIANZA que se quería ganar era la del laboratorio mundial. Ellos tienen muchos más medios y están más preparados. Ellos sí que saben lo que hay que hacer. Nosotros sólo tenemos que garantizarles que vamos a aplicar sus remedios sin rechistar. Deben tener CONFIANZA en que seremos enfermos dóciles y sumisos, y que soportaremos con dignidad los inevitables efectos secundarios. La gravedad de la situación así lo requiere
Po cierto, y es impresión personal, a pesar de las estadísticas, graficas de tendencias, prospecciones de futuro y demás adivinaciones más o menos científicas, los que ya se han sometido al tratamiento no son más felices, ni les van mejor las cosas ni están más esperanzados. Simplemente,saturados de COFIANZA, se han vuelto de color azul. Como España.
José A. San MIguel
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