Buñuelos de anís de Medina Sidonia
Si hace unos días publicamos la V Buñuelada Popular, cuya alma máter fue mi admirado amigo Nono Parrado, lo racional, lo normal, lo justo, es que ahora editemos la confección de los afamados buñuelos "nonenses", capaces de levantar al Lázaro cristiano, o de acabar con la hambruna de Somalia, un poné.
La masa frita es una sencilla mezcla de harina, agua y sal, cuyo origen se remonta a Oriente Medio y se introduce en Europa, como casi todo, por medio de los árabes que ocupan la península Ibérica.
En Al-Andalus, se llamó sopaipa, a la masa frita y posteriormente enmelada, de harina, agua y levadura, y de ella parten todas las variaciones que conocemos actualmente más las que se han quedado en los fogones y no hemos podido saborear. Una penita.
BUÑUELOS
En los zocos andalusíes se ofrecían las elaboraciones de masa frita, como buñuelos al que llamaban “bungo” (bulbo) y no era más que la mezcla conocida de harina, agua y sal muy batida y frita, resultando una figura esponjosa, de donde viene el apelativo de Buñuelo de Viento. Las más sofisticadas se rellenaban de cabello de ángel, fruta o se regaban en hidromiel dándole un aspecto y sabor similar a los pestiños de cuyo origen no dudamos en afirmar que son una variación morisca de la masa frita andalusí.
El día de Tosantos es el adoptado por muchas ciudades para la degustación de los buñuelos, mientras en otras, las menos, se saborean durante los días de feria y atribuyen, basándose en la tradición, el origen y elaboración a los gitanos, herederos de la cocina morisca a partir de su expulsión de la península ibérica en Abril de 1609, si bien, estas ciudades, no reconoce que los romaníes han sufrido persecución prácticamente desde su llegada a finales del siglo XV e incluso una pragmática de extinción (Corte de Castilla 1594. Separación de hombres y mujeres para evitar su reproducción). Por ello parece notable las dudas sobre esta herencia “buñuelera” atribuida a los romaníes. Por último y para no hartarnos de buñuelos, los chovinistas andaluces por excelencia, aducen que los buñuelos tienen su origen en su feria y que todos los visitantes, después de disfrutar del riapitá, el rebujito, los aromas de moñigas(Eau de mojón) de los coches de caballos (¡Qué bonito, miarma!) y demás excelencias, todas graciosas por supuesto, no deben por menos que pasar por la “caseta de los gitanos” para degustar este exquisito manjar, que evidentemente ni son de anís y mucho menos de Medina.
Ingredientes:
700 gr. de harina de fuerza
500 ml. de agua tibia
30 gr. de levadura fresca
1 cucharada de anís verde
50 ml. de anís (licor)
Aceite de oliva para freír
10 gr. de sal
Elaboración:
Poner el agua tibia en un recipiente y disolver en ella la levadura. Añadir el resto de los ingredientes y mezclar hasta formar una masa.
Dejar fermentar en un lugar cálido hasta que la masa doble su volumen.
Después de fermentar, colocar al fuego un perol con el aceite para freír.
Se procede de la siguiente manera:
Preparar un recipiente con agua, mojar los dedos para coger un peñizco de masa a la que daremos forma de rosquillas dejando un agujero en el centro, después dejarlo caer en el aceite que debe estar bien caliente y freír hasta dejar doradas ambas caras. Retirar del aceite y escurrir.
A la hora de comerlos se pueden rebozar en un poco de azúcar.
Y ahora, te esperas a que llegue Abril, te haces los 125 kilómetros correspondientes de traslado, dejas el coche cerca de Huelva, te mudas en taxi al ferial, y como ya será de madrugada, te acercas a la caseta de los gitanos, te pides unos buñuelos "los mejores dermundo" y te vuelves a casa, haciendo el recorrido inverso mientras te acabas con una caja completa de Almax.................miarma.
2 comentarios:
Es un auténtico placer haber llegado hata aquí y leer la fantástica historia de los buñuelos. Mil gracias por compartir ésta maravillosa receta y darnos a conocer sus origenes. Asignatura pendiente, la caseta de los gitanos aunque los kilometros los tendre que multiplicar por más de cuatro.
Un saludo y hasta siempre!!
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