He visitado estos días pasados, el establecimiento La Candela, en la calle Feduchy de Cádiz.
Regentado por dos antiguos alumnos del Consorcio Escuela de Hostelería de Cádiz, Carmen Adán y Víctor Piñero, La Candela ofrece un ambiente cálido con una decoración ecléctica, muy funcional y agradable, donde una máquina de coser se codea con servicios chinos de té.
La oferta es comedida y ajustada a calidad, ofreciendo lo que el mercado puede ofrecer y cocina puede elaborar sin tener que tirar de congelados industriales y huyendo de esos establecimientos donde la carta es eterna y posiblemente nefasta.
Un buen servicio a cargo de Carmen, una carta de vinos, pequeña y suficiente, donde prevalece la calidad y un ajustado precio. Precisamente tomamos un Rivera del Duero, D.O. que no me atrae en absoluto, y sin embargo me convenció agradablemente. Concretamente me refiero a un Lu&Be 2009, digno y merecedor de más de un elogio.
La cocina aporta la elaboración cuidada, estudiada y bien ejecutada de Víctor, con sobresalientes platos como la tempura, de perfecta confección; los pichos de pollo, langostinos y alcachofas, sugerentes y con un peculiar crujiente; las bravas de ajustado picante y agradable textura donde se revela la calidad de la papa o el pescado del día, que en esta ocasión era un superlativo pez cochino, cocinado al punto en la plancha y guarnecido con tomate asado y papa cocida.
A los postres, el denominado "momento dulce", conjunción de tres chupitos nos despidió reconfortantemente.
Con esta nueva oferta, la hostelería gaditana, gana en dignidad y credibilidad, y proscribe a esos bochinches de fritanga y congelados, al otro lado de la frontera de donde nunca debieron salir.
Y ahora te vas por los alrededores y te tomas una cervecita de la gordita disfrazada con una tapa de adobo empercochao y cuando llegues a casa, acabas con las existencias de Alquén y te rematas con dos cajitas de Almax...............Así nos va.
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