Oporto, no solo es Vieja, también Chochea
En este primer relato, intentaré describir la parte menos noble, y en los sucesivos, haré lo propio con lo más digno. Así el lector, sabrá que no debe hacer y leerá las alternativas a esta primera entrega si se planteara una visita a Oporto.
La segunda ciudad de Portugal presenta los matices cálidos de un atardecer melancólico y decadente.
La perla del Douro, la cuna del afamado vinho, la del centro histórico patrimonio de la humanidad, la ciudad de los puentes, la trabajadora, chochea que se las pela. Se le cae el moquillo mientras las paredes de sus decimonónicos edificios se abandonan y sirven para que los desaprensivos del "grafiti" ese de los cojones, se explayen en sus nobles lienzos.
Pedigüeños, colillas, papeles, suciedad y sablazos en los restaurantes de la ribera del río, esta es la seña de identidad del Oporto actual.
Su gente, sin embargo, deben ser del mismo tronco que los gaditanos y mantienen la sonrisa, el interés por informarte, en castellano por supuesto, la amabilidad y la mirada resignada a la decadencia en que están inmersas. Una pena de gente y de ciudad.
Con una ubicación privilegiada, junto al Duero, protegida de la mar, con bellísimas panorámicas, con paseos serenísimos y puestas de sol inolvidables, ofrece una restauración enfocada al "guirilismo" tristemente patética.
Acudimos al "mejor" restaurante de Oporto, por indicación múltiple, a saber: Una guía de restaurantes y hoteles exclusivamente de Portugal y en portugués, los consejos de algún que otro que dan su opinión en la internete, y por último los correspondientes a la recepción del hotel, quien al menos, apostilló que era caro, muito caro.
¡Y tanto!. El sujeto de la ofensa es el llamado Restaurante D. Tonho, en castellano "Toño" y en gadita ¡Coño, como las clava!. Y no es que fuera caro por lo que cobró (50 leuros por barba o mentón) sino por lo chungo que estaba, lo mal cocinado y el crimen cometido con el famoso Bacalhau (bacalao).
Vamos a desmigar un poco la "consulta" (factura):
De momento te rifan la situación más cercana al río, así, las mesas en terraza están reservadas a grupos de guiris al norte de los Pirineos, y las más cercanas a los cristales que dan a la terraza, se ofertan como el segundo premio, así que te colocan al fondo a la derecha donde se supone que al otro fondo y al frente existen unas vistas al río.
Unas entradas fijas, que te las colocan en una gran bandeja nada más llegar y de donde puedes elegir lo que gustes y que en nuestro caso fueron una tablita (no es diminutivo al uso y en este caso se ajusta a la cruel realidad) de quesos, cortita y con sifón, con unos ocho trocitos de quesos portugueses y franceses de baja estopa y que nos caldearon con los 30-treinta-30 leuros el platito.........para mandar al D. Tonho al mismísimo..........de su prima.-
Un platito de bacalahu con graos (garbanzos de bote) aliñados chungo, chungo y cuya utilidad no era precisamente la culinaria sino el sellado con estopa de grifos y tuberías, es lo que se viene en denominar "Reboque do Bacalhau" (Estopa de bacalao).
El polvo (pulpo) no podía faltar y lo pusieron con vinagreta, en un platito mísero propio de tacita de café, prácticamente lo único que se pudo salvar de la quema de los entrantes, y que salió también, como no, chamuscado.
De plato nos tomamos tres Bacalhau Zé do Pipo (Lomo de bacalao con sus espinas y todo, enharinado y frito, con puré de papas, aceitunas negras (se las podían ahorrar directamente) y después terminado en la parrilla del horno (Grelhado)), y un trozo de merluza (así la denominaron a pesar de tener tamaño de pescadilla) también grelhado con mucho brócoli hervido y papas, que no falte la papa cocida que el día que desaparezca junto a las parrillas de los grelhados, cierran directamente Portugal y se van a hacer las Américas.
Al postre y para terminar de cagarla del todo, me dio por pedir un chupito. El nota me colocó una copa de balón con aguardiente de Alvarinho Palacio de Brejoeira con un soplo de once-11-once leuros, probablemente justificados, pero esas cositas se avisan, criaturita, y más aun cuando se le pide un humilde bagazo, sin más.
Lo dicho, cuando vayas a Oporto, no entres en D. Tonho y acércate al Tripeiro del que escribiré más adelante ("vou escrever mais tarde", y es que después de esta experiencia sales falando luso).
Y ahora vas a comer con los guiris a la "Cais da Ribeira" y le das recuerdos al Tonho de su prima.
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