Aprovechando la inspiración de mí amigo y compañero José Antonio, se me ocurre abrir el bloc de notas este del guiaburros o cintita, a todos los que quieran participar en él.
Los temas a tratar estarán comprendidos entre la gastronomía y/o cualquier tema social, histórico, costumbrista, político, antropológico y humano.
Con ello, daremos una pincelada verde de frescor a esta libreta, que tanta falta hace, sobre todo a los políticos de la oposición del ayto. este de S. Juan de Dios, o Isabel II.
La diversidad enriquece, así que seamos "divertidos" (Algo así dijo la "creadora" del 15M, según el pollo Paolo Vasile, que vacila más que el guerrero del antifaz, la tal Esteban, mal llamada Belén (no imagino un nacimiento con sus pastorcitos, cabritas y papel de plata, y con este personaje en el portal. Aunque pudiera ser que la expresión "Se armó el Belén" corresponda a esta conclusión)).
Poeso: ¡Ánimo! y a la pluma, con perdón.
Top Manta: La economía infinitesimal
Hace tiempo recuerdo haber visto en televisión un reportaje sobre los “top manta” que me llamó la atención. Estos mercadillos “volantes” suelen asentarse, en ausencia de autoridad, en calles peatonales, plazas, paseos marítimos y otros lugares muy transitados, y suelen estar regentados por personas de piel oscura y, generalmente, dientes blanquísimos. No sé si habrán reparado en este detalle, el de los dientes. Seguro que sí, porque estas buenas gentes que conocen muy poco de nuestro idioma suelen enseñártelos en gesto amable cuando no entienden lo que les dices. He llegado a pensar que el Colgate crece con profusión y de manera espontánea en algún arbusto africano aún desconocido para nosotros.
En el top manta puedes encontrar de todo. Los hay especializados en el entertainmet donde te mostrarán toda la cartelera cinematográfica y la música más escuchada. Verás también los que te ofrecen complementos para él y para ella, con un amplio surtido en bolsos, carteras, y cinturones en todo tipo de plásticos. No faltará tampoco una buena relojería donde hallarás piezas de impecable presencia pero de puntualidad no garantizada, ni una magnífica óptica con los últimos modelos de las más prestigiosas firmas y con las que no verás un caraj…nada en absoluto. También podrás vestirte a la última, con la ropa más actual y los colores de moda, y que soportan muy mal el paso por la lavadora. Otros te ofrecerán perfúmenes que sacarán al hombre que hay dentro de ti, o que harán de ellas las más sexys del lugar, y cuyas fragancias te abandonarán de inmediato. Y qué decir de la decoración del hogar con esas figuras tribales africanas talladas en madera y made in China. En fin, de todo, pero todo de un solo uso. Excepto las figuras de madera que recorrerán por mucho tiempo todos los rincones de la casa, y que desaparecerán misteriosamente una noche de barbacoa playera dejando sus cenizas sobre la arena. Nadie reparará en su ausencia nunca más.
Lo que más me sorprendió de este Corte Inglés exótico y sin tarjeta era que, detrás de un desorden aparente, se escondía una organización bien estructurada. No tenían escaleras mecánicas pero sí un eficiente departamento de seguridad. Los comerciantes se alineaban sobre la acera e intentaban atraer la atención de los viandantes sobre sus productos. Su estado era de permanente tensión, y no creo que por temor a los robos sino más bien para anticipar la presencia de la uniformada autoridad. Ya se sabe que no dan tickets con IVA y eso está muy mal visto. De repente se oye un alarido y una tribu Masai, al completo desaparece en fracciones de segundo sin dejar rastro de ellos ni de sus mercancías. La seguridad ha funcionado, esta vez. Estupefactos, los que en ese instante estaban curioseando los artículos expuestos giraban sus cabezas como queriendo adivinar la presencia de David Copperfield, ese ilusionista americano que igual sobrevuela mágicamente la platea de un teatro que hace desaparecer un Airbus A-380 con pasajeros y tripulación. El mago no apareció. Tampoco se trataba de una cámara oculta, como aventuraba un señor calvo sosteniendo un cd que había quedado en sus manos cuando milésimas de segundos antes estaba a punto de cerrar un regateo con el ahora desaparecido Melli de color. Lo del regateo también tiene su miga. Siempre encontrarás a alguien que ha pagado por el mismo artículo la mitad que tú y que, a su vez, conoce a alguien que pagó la mitad que él. Vamos, que te vas del top manta orgulloso de tus dotes de negociador para después darte cuenta de que eres un “pringao” como todos. Esto desembocaría en otra cuestión casi cuántica ¿Cuál es el FF de cada artículo? Ahora empiezo a comprender aquello del cálculo infinitesimal que me trajo por la calle de la amargura en mis tiempos de estudiante. Si no puedes concentrarte en la lectura porque todavía ronda en tu cabeza algo del párrafo no te quedó claro te diré que FF significa franco fábrica. Que no quede por mí.
La locución del programa explicó después que el alarido no era tal. Era un vocablo lumbwa del que os voy a ahorrar la transcripción, y que era utilizado cuando algún peligro se cernía sobre ellos. El lumbwa es la lengua masai que, como no aparece en crucigramas, muchos de vosotros desconoceréis. Este, digamos alarido, es el mismo que usaban para advertir de la presencia de leonas cuando pastoreaban sus rebaños de ganado en las sabanas cercanas a sus poblados. Los top manta ponen en práctica las mismas técnicas. Algunos de ellos se apostan en las esquinas de las calles adyacentes en misión de vigilancia y prevención, alertando a la tribu cuando advierten la presencia de voraces depredadores uniformados que puedan despojarlos de sus pertenencias y confinarlos en madrigueras enrejadas. Los artículos que venden son su única posesión y su medio de subsistencia. La pérdida total o parcial de éstos les pondrían en situación delicada ante sus mayoristas, que a su vez tendrían que denunciar ante los proveedores y éstos a dirección ejecutiva, muy ejecutiva en el peor sentido del término.La alta dirección, que tienen un pronto muy malo, se enfada mucho cuando la llaman del Banco para decirleque han devuelto la letra del Ferrari por falta de fondos en la cuenta cifrada de la oficina de las Islas Caimán (comparsa gaditana). En definitiva, que es mejor no tener que dar explicaciones. Hay que poner todo el celo del mundo y mucho más en la custodia de los activos de las multinacionales de las falsas apariencias.
Me siento incapaz de cuadrar las cuentas. Estas buenas gentes malviven vendiendo artículos cuyo precio real debe de ser muy pequeño, pequeñísimo, casi infinitesimal. Estas ventas generan beneficios a los importadores que las traen quinto co….del otro lado del mundo, donde se fabrican. Otro tanto cabría pensar de la fábrica que ensambla o monta. Y de los ensambladores o montadores que trabajan ellas, salvo que pertenezcan al comité de empresa, que no trabajan pero cobran. Los del comité no trabajan muy a su pesar porque están en la cárcel. Y cobrar, claro que cobran. Sus costillas lo saben muy bien.
Es como celebrar el cumpleaños de un niño y pretender despachar el evento con un petisú para los 30 amiguitos. Más que cuchillo habría que usar bisturí para la división equitativa del dulce. ¿Cuántos petisús deben de vender al día para poder comprar un bocata a precios de primer mundo? Para su fortuna, su habilidad regateadora es muy superior a la nuestra y en una sola venta pueden obtener tanto beneficio como si hubieran vendido la producción anual de petisús de La Chiclanera, La Gloria y Don Pan juntos.Lo increíble es que al final alguien, juntando las mijitas de muchos petisús, se puede comprar un Ferrari. ¿Tantos petisús venden? Si alguien me lo puede explicar le quedaría agradecido.
Otra cuestión que me intriga es la propia presencia de los top mantaen nuestras ciudades. Si están será porque venden, que no vienen, muy a su pesar, de turismo. Y nosotros compramos. No sé por qué, pero lo hacemos. ¿Tal vez por aparentar? No tiene mucho sentido, esos artículos “cantan” desde lejos, dejándonos en evidencia. Acabas siendo un rico de mentira, a tono con lo que luces. Lo que luces te desluce como persona. ¿Nos excita el regateo? ¿Queremos demostrar nuestra inteligencia superior derrotándolos en sin par y psicológico combate? Estupidez supina porque nunca te van a vender por debajo de costes. Si venden, ganan. Más o menos, pero ganan. Así que, en la incruenta justa del regateo, lo único que se dilucida es nuestro grado de gilipollez. Se han dado casos de matrícula de honor, no te digo más.
El único motivo más o menos noble que se me ocurre para justificar la compra en el top manta es el de destinar unos euros a fondo perdido para el sustento de estas personas, sirviendo el objeto comprado como elemento “dignificador”. Nunca me gustó la caridad porque, a mi parecer, denigra tanto al que la da como al que la recibe, estableciendo un relación de superioridad del primero respecto del segundo que no acabo de entender. Prefiero ayudar, que es más una relación entre iguales. Así que, de vez en cuando, hago como que les compro, regateando sin demasiada convicción en un intento por evitar que los que me rodean puedan pensar que el de la matrícula de honor soy yo.
Cuánta razón tenían nuestros padres o abuelos, aquellos que sufrieron la posguerra y los subsiguientes 40 años de paz, cuando nos decían: El ahorro empieza en el céntimo. La suma de unos pocos céntimos impedirá que la inanición acabe con estas criaturas y la suma de muchos, muchísimos céntimos permitirá que los del deportivo puedan desayunar caviar y champán.
La vida de estos viajantes de la falsificación es muy dura. He querido reflejarla evitando tintes dramáticos y en favor de una lectura menos acongojante. Espero haberlo conseguido, porque lejos de mí la intención de ridiculizarlos. Más de un reloj anda por casa comprado más por aliviar la carga de estas criaturas que por aparentar un status que no tengo.
El del Ferrari este mes tampoco tendrá problemas para pagar la letra del coche. El del top manta no ha decidido todavía si esta noche cenará o hará dieta. Yo dormiré con la conciencia aliviada en la esperanza de que habré removido, acaso un poco, la de los que me lean.
Por cierto, el deportivo es auténticamente italiano y el reloj que brilla en la muñeca de quien lo conduce genuinamente suizo, con caja de oro y precisión atómica. El cocodrilo que adorna su polo es de pedigrí africano y no un vulgar lagarto de charca, y las enormes gafas de diseño que ocultan sus ojos han pasado los más exhaustivos controles para asegurar una protección total contra los malignos rayos solares. Ah, me olvidaba, entre sus amistades suelen encontrarse actores y actrices, productores y cantantes por lo que asiste a conciertos y estrenos con pase VIP, evitando las incómodas colas. No necesita visitar el departamento de entertainment.
Por si no te ha quedado claro, entre esos tipos y yo hay algo personal. Me suena que eso ya lo dijo antes alguien.
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